Fuerza de la oración

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Jesucristo durante su vida mortal hace milagros movido por la oración. Un leproso se le presenta: «Señor, tened compasión de mí», y le cura. Le presentan un ciego que le dice: «Señor, haced que vea», y Nuestro Señor le devuelve la vista. Marta y Magdalena le dicen: «Señor: si hubieseis estado aquí, no hubiera muerto nuestro hermano». Esto es una especie de petición y a esta súplica contesta el Señor con la resurrección de Lázaro.- Estos son favores temporales, pero también la gracia se alcanza con la oración. «Señor, le dice la Samaritana, dadme esa agua viva, de que sois fuente, y que nos reporta la vida eterna», y Cristo se descubre a ella como el Mesías, y la induce a confesar sus faltas para perdonárselas. Clavado en la cruz, pídele el Buen Ladrón que se acuerde de él, y el Señor le concede perdón completo: «Hoy estarás conmigo en el Paraíso».(La oración por Columba Marmión)