Talleres de oración – método

1993
Silencio, llamado y vocación II

Juan Pablo II nos invitó a llevar a cabo la nueva evangelización con un “nuevo ardor, nuevos métodos, nuevas formas”. Creo que esto debe referirse sobre todo al modo de interpelar y responder a cada persona en su dimensión interior y existencial, no sólo a cuestiones externas o a medios prácticos.

Otros métodos para aprender a orar

Es muy frecuente la pregunta: ¿Cómo rezar? ¿Cómo orar? ¿Cómo meditar? Por tanto, propongo un estilo o  método para ayudar a otros a mejorar su comunicación con Dios. Esto lo hacemos sobre todo en los cursos y talleres de oración y en la dirección espiritual, pero también por otros medios como éste. Seis puntos:

Primero el hambre, luego enseñar a pescar

Primero despertar el hambre. Luego enseñar a pescar, disfrutando mucho la pesca. Primero despertar la sed, luego: aprender a sacar el agua del pozo.

Despertar y alimentar el hambre de Dios y la busca de sentido que todos llevamos dentro. Partir de lo que el otro necesita. Y si  no sabe qué le pasa o qué necesita, ayudarle a plantearse la pregunta en serio. Es indispensable conectar con el ansia de felicidad que tiene todo ser humano y entonces ayudarle a encontrarse de manera vital y personal con Jesucristo Redentor.

Compartir nuestra experiencia: ¡Dios es amor!

Desde la experiencia personal – que es también de búsqueda- promover una espiritualidad del amor de Cristo, que “me amó primero” y “se entregó por mí”. Un Cristo vivo, real, apasionante, que me ama como soy y que quiere arder en mí: “He venido a traer fuego a la tierra y qué quiero sino que arda”. (Lc. 12,49)

Acercar a Dios a los hombres

Es un Dios que me sale al encuentro, que se interesa por mí, que me entiende, que quiere caminar conmigo. Dios quiere meterse en mi existencia.

Esta relación personal de amor con Dios es lo que entendemos como oración personal y como vida de oración. Él me está buscando primero, habita en mi corazón y espera que le atienda durante un tiempo reservado para estar a solas con Él, de corazón a corazón, todos los días. También me quiere acompañar a lo largo del día y se hace presente en todo lo que me rodea, de tal forma que viva continuamente en su presencia: vida de oración.

Por el camino de la belleza

Propongo el camino de la belleza. Partir de la experiencia de la belleza, que abra la senda a la búsqueda de Dios y al encuentro personal con Él. No por el deber sino por la belleza (through beauty, not through duty)

Con mucha sencillez

Con sentido práctico

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Autor, P. Evaristo Sada L.C.(Síguelo en Facebook)

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