Una de las imágenes que más me ayudan en la oración es la de Nuestra Señora del silencio. He pasado muchas horas delante de ella. Su actitud orante me invita a la oración. Por eso le di ese nombre. Muchas personas coleccionan fotos de sus viajes, de sus hijos, de las fiestas o de su mascota. Yo colecciono fotos de esta imagen.
Así como se hace meditación con la ayuda de un texto, también podemos meditar con la ayuda de una imagen. Creo que la Virgen de Guadalupe tuvo esto en cuenta cuando nos dejó su imagen dibujada en la tilma de Juan Diego. Millones de personas oran cada año a nuestra Madre contemplando su pintura en el Tepeyac.
¿Cómo nos puede una imagen ayudar a meditar?
1. Una imagen puede ayudar a centrar la mirada en Cristo. Se comienza por la mirada exterior y de allí se pasa a la mirada interior. Por ejemplo, contemplas la pintura de Caravaggio sobre la vocación de Mateo y de allí pasas a meditar en las palabras y las actitudes de Cristo y de Mateo.
2. Una imagen puede ayudar a comprender la Palabra de Dios. En su predicación, Jesucristo usó imágenes de la vida real: la higuera, la mies, el campo, la semilla, la lluvia, los lirios, los pájaros, la pesca, el pastor, etc. Más aún, Jesucristo no sólo se valió de imágenes para transmitir su mensaje sino de acontecimientos, como fue el caso de la tempestad calmada. Cuando necesitamos crecer en confianza en tiempos de turbación, puede servir llevar a la oración la pintura de Rembrandt de la tempestad calmada. Mientras contemplas la pintura escuchas las palabras de Cristo y de allí pasas a meditarlas e interiorizar su mensaje: «Se puso en pie, increpó al viento y dijo al mar: ¡Calla, enmudece! El viento se calmó y sobrevino una gran bonanza. Y les dijo: ¿Por qué estáis con tanto miedo? ¿Cómo no tenéis fe?» (Mc 4, 39-40)
3. Una imagen puede ayudar a penetrar una verdad de la doctrina cristiana y los misterios de nuestra fe. Las imágenes más ricas de contenido son los iconos, que introducen al misterio y transmiten grandes y profundas verdades. El icono es el punto de partida para una contemplación interior desde la fe, guiados por el Espíritu Santo. El Espíritu Santo es el iconógrafo interior que ilumina nuestro espíritu a partir de la contemplación de la imagen plasmada en el leño y nos permite entrar en comunión con Él. Por ejemplo, la contemplación de este icono de la Virgen del Silencio me ayuda, entre otras cosas, a penetrar el misterio de Cristo Eucaristía.
4. Una imagen hace presente a la persona que representa, como hacemos nosotros al tener sobre la mesa una fotografía de nuestros papás. Las imágenes de Cristo y de María favorecen el sentido interpersonal de la oración. Las imágenes nos introducen al encuentro, nos ayudan a mirar al otro y a recordar que Cristo y María nos miran siempre.
5. Una imagen ayuda a recordar acontecimientos importantes y los actualiza. Por ejemplo la fotografía de nuestra primera comunión nos trae a la memoria todo lo que vivimos en ese momento. A mí me ayuda mucho ver la fotografía de mi ordenación sacerdotal. Esta imagen de la Piedad de Miguel Angel facilita la contemplación de Cristo en su pasión desde el corazón de María.
6. Una imagen ayuda a evitar las distracciones, facilita el recogimiento de los sentidos e invita a la quietud contemplativa. Santa Teresa recomendaba mucho esta forma de hacer oración y ella misma oraba con frecuencia valiéndose de imágenes, especialmente del crucifijo. Su mamá murió cuando Teresa tenía apenas 14 años. Y ella cuenta en su autobiografía: «Cuando empecé a caer en la cuenta de la pérdida tan grande que había tenido, comencé a entristecerme sobremanera. Entonces me arrodillé delante de una imagen de la Santísima Virgen y le rogué con muchas lágrimas que me aceptara como hija suya y que quisiera ser Ella mi madre en adelante. Y lo ha hecho maravillosamente bien».
No oramos a las imágenes, no adoramos imágenes. Podemos venerarlas en cuanto mediadoras de una presencia misteriosa, pues a Dios no podemos verlo directamente.
Creo que no es necesario ponderar la importancia de las imágenes para nosotros que tenemos los sentidos exteriores como punto de partida para el conocimiento. La encarnación del Verbo es una muestra de la condescendencia de Dios a nuestro modo de conocer. Vemos a Dios hecho hombre y le decimos: «¡Así te necesito, de carne y hueso!» (cf. Himno, Liturgia de las Horas).
Por otra parte, como hijos de nuestro tiempo, estamos habituados a la transmisión de contenidos a través de imágenes. Creo, por lo mismo, que el uso de imágenes en la meditación es buen recurso pedagógico para introducir a los jóvenes a la oración.
En la práctica ¿cómo orar con imágenes?
Muy sencillo, son dos momentos fundamentales:
1. Ver la imagen, observarla con quietud contemplativa y a partir de ella ponernos en la presencia de Dios.
2. Interiorizar la presencia de Dios en nosotros y gustarla desde la fe en el propio corazón.
Durante el mes de mayo publicaré cada día una foto de Nuestra Señora del silencio en esta página de Facebook. A ver cuál les gusta más. Espero que les ayude a tener un momento de oración. Cuando vean la foto del día, pueden rezar un Ave María o tener un coloquio sencillo con la Virgen.
Autor, P. Evaristo Sada L.C.(Síguelo en Facebook)
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