Conciencia de la presencia de Dios en el alma

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Conciencia de la presencia de Dios en el alma

Señor, tú siempre piensas en mí
y yo nunca pienso en ti.
Tú siempre estás conmigo
y yo nunca estoy contigo.
Tú siempre trabajas conmigo
y yo nunca trabajo por ti.
Señor,
soy un discípulo tan distraído
y un alumno tan olvidadizo…
La lección de tu presencia invisible,
me la has de repetir a cada hora del día,
porque a cada instante se me olvida.
Que aprenda yo a verte allí donde estás,
hasta el día en que mi ansia creciente de encontrarte
y a mi pregunta mil veces repetida:
“Señor, ¿dónde habitas?”
Tú me respondas admitiéndome
para siempre en tu eterna intimidad.