A veces estoy contento, a veces triste. A veces seguro, a veces con tantas dudas y temores. A veces he triunfado y a veces me han derrotado. A veces me han salido bien las cosas, a veces mal. A veces he llegado a la cumbre, a veces me he arrastrado por los suelos, cayendo bajo, muy bajo. He aprendido que cuando la paso mal me ofreces una estupenda oportunidad para crecer. Los malos momentos son un maravilloso desafío, un reto para sacar fuerzas de donde no las hay, levantarme y salir de la prueba mejor que antes. No es nada fácil, duele, duele mucho, pero en esas circunstancias siempre has estado conmigo y tu sola presencia me llena de ánimo y fortaleza. Espíritu Santo, con tu gracia siempre puedo levantarme, volver a empezar con humildad y luchar una mejor batalla, con la fuerza invencible del amor.