Nos dicen que busquemos a Dios en todas las cosas, pero en realidad no lo vemos de la misma manera en que vemos a las demás personas. Nos explican que orar es escuchar a Dios, pero a Dios no le escuchamos como oímos los sonidos, ni como escuchamos las palabras de un amigo en una conversación.
Efectivamente, sólo vemos y escuchamos a Dios mediante la fe y el amor.
Alcanzar lo invisible a través de medios visibles
Dios se vale de algunos medios para le alcancemos a Él, que es invisible, a través de algunas realidades visibles y tangibles. Él se nos revela a través de algunos medios, como son Su Palabra, la Sagrada Eucaristía, las creaturas, la historia, los símbolos e imágenes, etc. De diversas maneras descubrimos Su presencia y escuchamos Su voluntad a través de estos medios. Alcanzamos lo invisible mediante lo visible.
La Palabra de Dios
Me refiero ahora a uno de estos medios que tenemos a nuestro alcance para escuchar a Dios y dialogar con Él: la Palabra de Dios. En ella lo veneramos y en ella lo vamos conociendo cada día más, tal y como Él quiso revelarse.
“La novedad de la revelación bíblica consiste en que Dios se da a conocer en el diálogo que desea tener con nosotros. (…) Dios se nos da a conocer como misterio de amor infinito en el que el Padre expresa desde la eternidad Su Palabra en el Espíritu Santo. (…) El Verbo, que desde el principio está junto a Dios y es Dios, nos revela al mismo Dios en el diálogo de amor de las Personas divinas y nos invita a participar en él.” (Verbum Domini, 6)
Dios ha hablado y sigue hablando
Pero la Palabra de Dios no es estática o muerta. La Palabra de Dios encierra una riqueza y una virtualidad inmensas que el Espíritu Santo nos va descubriendo a cada uno personalmente en la oración. Se nos revela, se nos da a conocer a lo largo de la historia, de nuestra historia y en el interior de nuestra conciencia cuando hacemos de la Palabra de Dios objeto privilegiado de nuestra meditación diaria. La oración centrada en la Palabra de Dios tiene sello de garantía y autenticidad.
“Dios invisible, movido de amor, habla a los hombres como amigos, trata con ellos para invitarlos y recibirlos en su compañía” (Dei Verbum, 2)
Interiorizar y actualizar la Palabra
Cuando meditamos la Palabra de Dios y la hacemos materia de nuestra oración en la intimidad del propio corazón, se da una conversación personal entre Dios y cada uno de sus hijos. Es como una carta que Dios me escribe personalmente a mí. Nuestra tarea en la oración consiste en leerla con atención, meditarla y contemplarlo a Él interiorizando la Sagrada Escritura en nuestra conciencia y nuestro corazón y actualizándola en el aquí y el ahora de nuestra historia.
Al interiorizar la Palabra de Dios, el Espíritu Santo me habla a mí personalmente. Al actualizar la Palabra de Dios, se aplica y toma sentido en mi existencia. Se convierte en vida. Es así como se da el diálogo entre Dios y sus hijos.
“En los libros sagrados, el Padre, que está en el cielo, sale amorosamente al encuentro de sus hijos para conversar con ellos. Y es tan grande el poder y la fuerza de la Palabra de Dios, que constituye sustento y vigor de la Iglesia, firmeza de fe para sus hijos, alimento del alma, fuente límpida y perenne de vida espiritual.” Dei Verbum, 21.
Un ejemplo: carta de amor del Padre
Vamos a poner un ejemplo, valiéndonos de esta “Carta de amor del Padre” que cayó en mis manos hace algunos meses. Es una recopilación de textos y referencias de la Sagrada Escritura en clave del amor del Padre.
Esta carta de amor del Padre ofrece materia de meditación y contemplación para muchas horas de oración. A mí me ha servido para dialogar con Dios de manera íntima, profunda y provechosa. Su Palabra me interpela personalmente conforme la voy interiorizando y actualizando, sin prisas.
Es probable que no me conozcas, pero yo te conozco perfectamente bien… Salmos 139.1
Sé cuando te sientas y cuando te levantas… Salmos 139.2
Todos tus caminos me son conocidos… Salmos 139.3
Pues aún tus cabellos están todos contados… Mateo 10.29-31
Porque fuiste creado a mi imagen… Génesis 1.27
En mi vives, te mueves y eres… Hechos 17.28
Porque linaje mío eres… Hechos 17.28
Antes que te formase en el vientre, te conocí… Jeremías 1.4-5
Fuiste predestinado conforme a mi propósito… Efesios 1.11-12
No fuiste un error… Salmo 139.15
En mi libro estaban escritos tus días… Salmos 139.16
Yo determiné el momento exacto de tu nacimiento y donde vivirías… Hechos 17.26
Tu creación fue maravillosa… Salmos 139.14
Te hice en el vientre de tu madre… Salmos 139.13
Te saqué de las entrañas de tu madre… Salmos 71.6
He sido mal representado por aquellos que no me conocen… Juan 8.41-44
No estoy enojado ni distante de ti; soy la manifestación perfecta del amor… 1 Juan 4.16
Y deseo derramar mi amor sobre ti… 1 Juan 3.1
Simplemente porque eres mi hijo y yo soy tu padre… 1 Juan 3.1
Te ofrezco mucho más de lo que te podría dar tu padre terrenal… Mateo 7.11
Porque soy el Padre perfecto… Mateo 5.48
Toda buena dádiva que recibes viene de mi… Santiago 1.17
Porque yo soy tu proveedor que suple tus necesidades… Mateo 6.31-33
Mi plan para tu futuro está lleno de esperanza… Jeremías 29.11
Porque te amo con amor eterno… Jeremías 31.3
Mis pensamientos sobre ti se multiplican más que la arena en la orilla del mar… Sal 139,17-18
Y me regocijo sobre ti con cánticos… Sofonías 3.17
Nunca me volveré atrás de hacerte bien… Jeremías 32.40
Tú eres mi especial tesoro… Éxodo 19.5
Deseo afirmarte de todo corazón y con toda mi alma… Jeremías 32.41
Y te quiero enseñar cosas grandes y ocultas que tú no conoces… Jeremías 33.3
Me hallarás, si me buscas de todo corazón… Deuteronomio 4.29
Deléitate en m í y te concederé las peticiones de tu corazón… Salmo 37.4
Porque yo inspiro tus deseos… Filipenses 2.13
Yo puedo hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pides o entiendes… Efesios 3.30
Porque yo soy quien más te alienta… 2 Tesalonicenses 2.16-17
Soy también el Padre que te consuela en todos tus problemas… 2 Corintios 1.3-4
Cuando tu corazón está quebrantado, yo estoy cerca a ti… Salmos 34.18
Como el pastor lleva en sus brazos a un cordero, yo te llevo cerca de mi corazón… Isaías 40.11
Un día enjugaré toda lágrima de tus ojos… Apocalipsis 21.3-4
Y quitaré todo el dolor que has sufrido en esta tierra… Apocalipsis 21.3-4
Yo soy tu Padre, y te he amado como a mi hijo, Jesucristo… Juan 17.23
Porque te he dado a conocer mi amor en Jesús… Juan 17.26
Él es la imagen misma de mi sustancia… Hebreos 1.3
Él vino a demostrar que yo estoy por ti y no contra ti… Romanos 8.31
Y para decirte que no tomaré en cuenta tus pecados… 2 Corintios 5.18-19
Porque Jesús murió para reconciliarnos… 2 Corintios 5.18-19
Su muerte fue mi máxima expresión de amor por ti… 1 Juan 4.10
Entregué todo lo que amaba para ganar tu amor… Romanos 8.31-32
Si recibes el regalo de mi Hijo Jesucristo, me recibes a mí… 1 Juan 2.23
Y nada te podrá volver a separar de mi amor… Romanos 8.38-39
Vuelve a casa y participa en la fiesta más grande que el Cielo ha celebrado… Lucas 15.7
Siempre he sido y por siempre seré tu Padre… Efesios 3.14-15
Mi pregunta es… ¿Quieres ser mi hijo? Juan 1.12-13
Aquí te espero… Lucas 15.11-32
Con amor, tu Padre.
Autor, P. Evaristo Sada L.C.(Síguelo en Facebook)
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