Dios no se identifica con sus dones

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Sólo Dios es Dios; sus dones no son Él: sólo son los instrumentos de sus operaciones. Los dones mismos que entran en el alma y que la penetran, entran como precursores y preparadores del lugar que deben hacer a Dios. No están, pues, destinados a quedarse en el alma, sino a pasar por ella solamente: no deben ser más que medios por los cuales Él entra; y si permanecen en el alma, usurpan el lugar de Dios. Según la graciosa comparación de San Francisco de Sales, mientras la aguja está en la tela no puede penetrar el hilo: la aguja sólo se introduce en la tela para hacer pasar el hilo. Así también los dones de Dios deben meramente atravesar el alma para que Dios penetre en ella. Cada don, por consiguiente, debe ser como postergado, o si se quiere aniquilado, a fin de dejar lugar a otro don superior. (José Tissot, La vida interior)