Al levantarse la aurora
con la luz pascual de Cristo,
la Iglesia madrugadora
te pregunta: «¿A quién has visto?»
«¿Por qué lloras en el huerto?
¿A quién buscas?» «A mi amado.
Buscando al que estaba muerto,
lo encontré resucitado.
Me quedé sola buscando,
alas me daba el amor,
y, cuando estaba llorando,
vino a mi encuentro el Señor.
Ví a Jesús resucitado,
creí que era el jardinero;
por mi nombre me ha llamado,
lo reconocí primero.
El me libró del demonio,
yo le seguí hasta la cruz,
y dí el primer testimonio
de la Pascua de Jesús».
Haznos, santa Magdalena,
audaces en el amor,
irradiar la luz serena
de la Pascua del Señor.
Gloria al Padre omnipotente,
gloria al Hijo redentor,
gloria al Espíritu Santo:
tres personas, sólo un Dios. Amén.