Texto litúrgico
“Naamán bajó al Jordán y se bañó siete veces, como había ordenado el profeta, y su carne quedó limpia como la de un niño. Volvió con su comitiva y se presentó al profeta, diciendo: -«Ahora reconozco que no hay dios en toda la tierra más que el de Israel» (2Re 5, 14-15).
Tercera Estación
María, a los cuarenta días de su alumbramiento, sube con el Niño Jesús al Templo para consagrarlo al Señor.
“Simeón los bendijo y dijo a María, su madre: «Este ha sido puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; y será como un signo de contradicción —y a ti misma una espada te traspasará el alma—».” (Lc 2, 34-35).
Consideración
María recibe del anciano Simeón una profecía dolorosa, que le acompañará toda su vida. No solo en el momento de la Pasión, sino desde el principio, la elegida para Madre de Dios es ungida con la participación en los sufrimientos de la Pasión de su Hijo. Con razón es invocada como Corredentora. La imagen de la zarza ardiente de Moisés, y de la zarza que ofrece el cordero a Abraham, son figura de la Madre Virgen que lleva en brazos al verdadero Cordero de Dios.
Cuestión
Por el bautismo hemos sido ungidos como propiedad de Dios. ¿Has decidido ser del Señor? ¿Te sientes consagrado a Él?