Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. Y yo le pediré al Padre que os dé otro Paráclito, que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad. «El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él. El Paráclito, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho” (Jn 14, 15-17.23.26).
Comentario
No es manipular la Palabra si afirmamos que por gracia y don del Espíritu Santo somos templos vivos de Dios, en quienes habita el Misterio Trinitario, y somos constituidos miembros del Cuerpo de Cristo, una encarnación prolongada, que nos permite celebrar la dignidad sagrada a la que hemos sido elevados. Desde esta identidad, cabe que emerja en nosotros el don del Temor de Dios, como llamada de atención por no ser del todo conscientes de tanta dignidad y por el riesgo de ser frívolos en el trato tanto con nosotros mismos, como con el prójimo, que en definitiva es ser desconsiderados con Dios.
El Don de Temor de Dios
El Temor de Dios es el antídoto contra todo orgullo espiritual. No es temer a Dios como si fuera un ser sádico, vengativo y justiciero, sino temer que yo pueda ser desconsiderado con Él, olvidadizo de su misericordia e infiel a su amor. El Espíritu Santo nos defiende de nosotros mismos, y nos recuerda hasta qué extremo hemos sido y somos amados de Dios.
Oración
“Por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno.”
Propuesta
¿Agradeces los dones recibidos?
Agradecemos esta aportación a Don Ángel Moreno de Buenafuente (consulta aquí su página web) El contenido de este artículo puede ser reproducido total o parcialmente en internet y redes sociales, siempre y cuando se cite su autor y fuente original: www.la-oracion.com y no se haga con fines de lucro.