Comentario a la Audiencia General de Benedicto XVI. 21 de diciembre 2011
Para muchos la Navidad, más que un tiempo de calma y recogimiento, se puede haber transformado, por válidos motivos, en un sinfín de aspectos exteriores que absorben la atención y pueden llegar a distraer el corazón de lo esencial. El Papa en la audiencia previa a la Navidad profundiza en el motivo por el que en estos días se escuchan las palabras “¡Feliz Navidad!”. Las palabras del Papa no son consejos para la oración, sino más bien materia de oración.
¿Por qué feliz navidad?
¿Por qué felicitamos las navidades? ¿De dónde viene la felicidad en estos días? ¿es porque estamos de vacaciones estacionales, porque pasamos unos días entrañables con la familia, porque damos y recibimos regalos? Ciertamente sí, pero quizás se han convertido en el único motivo, de manera que si no estoy de vacaciones, no estoy con la familia o no recibo regalos… no paso una navidad feliz.
En Navidad se festeja el nacimiento de Cristo. Pero, como nos dice el Papa, alguno se puede preguntar: ¿cómo es posible que yo viva ahora este evento tan lejano en el tiempo?. La respuesta es muy sencilla y la encontramos en la liturgia. Hay una palabra que se repite muchas veces: “HOY”. En la misa, el acontecimiento del nacimiento de Jesús “sobrepasa los límites del tiempo y del espacio y se hace actual, presente. Su efecto perdura”. A través de la liturgia, por tanto, podemos llegar a vivir el nacimiento de Cristo como lo que es: un eterno presente. “Hoy nos ha nacido un salvador” no es una expresión convencional, sino una realidad: Dios me ofrece siempre HOY la posibilidad de recibirlo y acogerlo.
¿Qué sentido tiene entonces felicitar la Navidad? Es la expresión de la alegría de saber que Dios está cerca de nuestra vida concreta y recorre con nosotros el camino de nuestra existencia.
¡Feliz Navidad! Porque Dios está cerca de ti y camina contigo en tu vida.
Autor, P. Francisco Armengol, L.C
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