“Preparad el camino del Señor, enderezad sus senderos”»; «Detrás de mí viene el que es más fuerte que yo y no merezco agacharme para desatarle la correa de sus sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo». (Mc 1, 3. 7-8)
CONCURRENCIAS
“Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto” (Mc 6, 8-9).
“Sacad enseguida la mejor túnica y vestídsela; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies.” (Lc 13, 22)
¡Qué bellos son tus pies | con sandalias, hija de príncipe! (Ct 7, 2)
RESONANCIAS
“Era costumbre entre los antiguos que si alguno no quería recibir por esposa a la que le correspondiera por derecho de parentesco, ella desatase su calzado al que debía ser su esposo. Por esta razón anuncia (san Juan) que él es indigno de la correa de sus sandalias, como diciendo abiertamente: «Yo no soy digno de descalzar al Redentor, porque no usurpo el nombre de esposo, que no merezco» (San Gregorio, Homilía 7 sobre el Evangelio).
Subyace al texto la ley del levirato. Cuando un israelita moría sin descendencia, era obligación de su pariente más cercano tomar a la viuda por esposa para dar descendencia al marido muerto. Si algún pariente no cumplía con su obligación, la viuda le quitaba la sandalia y le golpeaba en la cara. San Jerónimo, y muchos otros, relacionan el gesto de Juan el Bautista con este rito, y parafrasean la frase de Juan: “Él (Jesús) tiene por esposa a la Iglesia, yo soy simplemente el amigo del esposo: no puedo, siguiendo la ley, desatar la correa de su sandalia, porque él no ha rechazado a la Iglesia por esposa” (Manuel Pérez Tendero).
CONTEMPLACIÓN
El Adviento es el tiempo de preparación para el gran acontecimiento de la Navidad. Los cristianos celebramos que el Verbo de Dios se hace carne, se desposa con la humanidad, celebra la Alianza definitiva con su pueblo. La Iglesia es la esposa, el nuevo pueblo, la humanidad redimida. Nos disponemos a celebrar como amigos del novio, de Jesucristo, el don supremo de Si, al entregarse y dar la vida por amor en nuestra carne. Y como signo de sabernos amados de Dios, también debemos llevar las sandalias de los enamorados.
Agradecemos esta aportación a Don Ángel Moreno de Buenafuente (consulta aquí su página web) El contenido de este artículo puede ser reproducido total o parcialmente en internet y redes sociales, siempre y cuando se cite su autor y fuente original: www.la-oracion.com y no se haga con fines de lucro.