“Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les pregunta: «¿Qué buscáis?». Ellos le contestaron: «Rabí (que significa Maestro), ¿dónde vives?». Él les dijo: «Venid y veréis». Entonces fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día; era como la hora décima. Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús; encuentra primero a su hermano Simón y le dice: «Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo)». Y lo llevó a Jesús. Jesús se le quedó mirando y le dijo: «Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas (que se traduce: Pedro)»” (Jn 1,35-42).
COMENTARIO
El tiempo litúrgico inicia el tramo más largo del año, que se llama “Tiempo Ordinario”. Sin embargo, durante este periodo, deberemos vivir la cotidianidad con esperanza. Quizá uno desearía prolongar el tiempo navideño, pero la historia corre y cada día tiene su afán. La jornada nos ofrece el ritmo de las horas, que desde la referencia cristiana cabe vivir mirando los acontecimientos de la creación y de la Redención, al igual que la semana se puede vivir en referencia al Misterio Pascual.
Este domingo sobresale, tanto en la primera lectura como en el Evangelio, la alusión a la llamada esencial, la que determina la existencia de cada ser humano. La vocación de Samuel, la antífona del salmo –“Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad”-, y sobre todo el Evangelio, en el que se narra la vocación de los primeros discípulos, concentran la enseñanza y señalan la dirección del camino a seguir, detrás de Jesús.
Pero ¿cuál es la dirección? Los discípulos de Juan preguntaron: “Maestro, ¿dónde vives?” Y Él les respondió de manera apodíctica: “Venid y lo veréis”. Mas el texto no señala dónde tuvieron la experiencia impactante, dónde quedaron seducidos por Jesús, dónde grabaron en su memoria y en su corazón el impacto que les hizo correr a extender la noticia de lo que habían visto y oído.
Jesús Girón, en su tesis doctoral sobre el adverbio de lugar “donde” en el Cuarto Evangelio, indica que el lugar donde reside Jesús es en la relación entrañable con su Padre Dios. ¿Qué experiencia tuvieron los discípulos del Bautista en la noche que pasaron con quien Juan señaló como Cordero de Dios?
Samuel fue llamado por Dios en el santuario, y los discípulos de Juan el Bautista quedaron impactados al pasar la noche en intimidad con Jesús. De la experiencia interior brota el deseo de seguir los pasos del Nazareno.
Tiempo Ordinario, del día a día, recorrido cotidiano que se convierte en sendero de luz cuando se sigue detrás de quien ha querido ser nuestro Hermano mayor y nuestro Maestro.
Agradecemos esta aportación a Don Ángel Moreno de Buenafuente (consulta aquí su página web) El contenido de este artículo puede ser reproducido total o parcialmente en internet y redes sociales, siempre y cuando se cite su autor y fuente original: www.la-oracion.com y no se haga con fines de lucro.