«Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria y serán reunidas ante él todas las naciones. “Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme”.
“Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?”. Y el rey les dirá: “En verdad os digo que cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis”. (Mt 25,31. 34-40)
COMENTARIO
Fuiste Tú, Señor, quien multiplicó el pan y sació el hambre de la multitud. Tú le ofreciste a la mujer samaritana el agua viva para saciar su sed. Tú eres el buen samaritano, que unges nuestras heridas con el aceite de Getsemaní, y con el vino de la cena santa.
Te hiciste huésped y anfitrión de publicanos y pecadores y partiste el pan santo en la posada de Emaús. Acogiste los ruegos de la mujer sirofenicia, de la cananea, del centurión romano, personajes extranjeros, que acudieron a ti y no los rechazaste. Te despojaron de tus vestidos y nos dejaste la túnica de tu sagrada humanidad para revestir nuestra desnudez. Pasaste haciendo el bien y curando a muchos de sus enfermedades del alma y del cuerpo. Y proclamaste el año de gracia para librar de toda esclavitud y dependencia a quienes yacían en las cárceles del mal.
Realmente Tú lo puedes todo, y de ello se beneficia el que cree. Tú eres quien ha sometido todo bajo sus pies, leones y dragones, alacranes y víboras, y Dios te ha sentado a su derecha y te ha puesto como escabel a todos tus enemigos.
Cuando contemplo tu modo de pasar por nuestro mundo, me encuentro con tu invitación a emularte para ejercitar los dones que me has dado y, en la medida de lo posible, compartirlos con quienes tienen alguna necesidad, para poder así pertenecer a tu reino.
Este tiempo de pandemia se ha convertido en oportunidad para asumir tu forma de ser y en medio de la prueba, pregustar la bienaventuranza si ante el llanto, el hambre, la pobreza, el dolor, la quiebra personal, el paro y la perdida de la esperanza surge la actitud solidaria y renace la gran manifestación de quienes siguen detrás de tu persona con las palmas de la caridad en la mano.
Hoy nos revelas cómo hacer algo por ti y cómo ser de los tuyos, de quienes ya en esta vida son signos de tu reino de verdad, de justicia y de paz. Quienes se asocian a tu forma de vivir adelantan y hacen visible el reino de Dios, que se hace presente en medio de una sociedad que sufre la tentación de la tristeza, de la desesperanza y hasta la desesperación, pero gracias a quienes te siguen de manera anónima, se enjuga el dolor, se consuela el llanto, se alivia el hambre, se acompaña al sin techo, se acoge al migrante y se instalan oasis de alegría, iconos de tu reino.
Agradecemos esta aportación a Don Ángel Moreno de Buenafuente (consulta aquí su página web) El contenido de este artículo puede ser reproducido total o parcialmente en internet y redes sociales, siempre y cuando se cite su autor y fuente original: www.la-oracion.com y no se haga con fines de lucro.