Comentario a la Liturgia, III Domingo Ordinario, Ciclo C

1789

Esdras trajo el libro de la Ley ante la asamblea. Esdras abrió el libro a la vista de todo el pueblo, y cuando lo abrió, toda la gente se puso en pie. Esdras bendijo al Señor, Dios grande, y todo el pueblo, levantando las manos, respondió: -«Amén, amén.» (Nehemías)

 

Fue Jesús a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Encontró el pasaje donde estaba escrito: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido”.  Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él. Y él se puso a decirles:  -«Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír.»  (Lucas)

Comentario

Este año, la Iglesia nos ofrece el evangelio de San Lucas como acompañamiento dominical. Hoy, al inicio del Tiempo Ordinario, se abre, de alguna manera, el ciclo “C”, aunque ya se leyó, en parte, en Adviento. De ahí que se proclame: “Yo también, después de comprobarlo todo exactamente desde el principio, he resuelto escribírtelos por su orden, para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido” (Lc 1,3-4).

Al meditar los textos seleccionados para la liturgia de este domingo, encontramos un paralelismo entre lo que se dice de Esdras y de Jesús. En ambos casos destacan la atención y el respeto de la asamblea, de manera especial en la sinagoga de Nazaret, donde todos están expectantes por las palabras de Jesús: -«Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír»  (Lc 4, 21).

¿Qué palabra se cumple en nosotros? A la luz de la segunda lectura, lo que debería ponernos en pie es la expresión paulina: “Vosotros sois el cuerpo de Cristo, y cada uno es un miembro” (1Co 12, 27).

La identidad del bautizado ha quedado transformada al nacer del agua y del Espíritu, porque desde la recepción del sacramento que nos injerta en la vida de Dios, se nos ha constituido en familia de Dios, en miembros del Cuerpo de Cristo, cada uno según el don que ha recibido para servicio de los demás.

Puntos de reflexión

¿Escuchas la Palabra con atención? ¿Experimentas la gracia de su mensaje? ¿Qué repercusión tiene en ti el saberte miembro del Cuerpo de Cristo? ¿Te sientes llamado a sumar tus dones para bien común? ¿Das gracias a Dios por haber conocido el Evangelio?


Agradecemos esta aportación a Don Ángel Moreno de Buenafuente (consulta aquí su página web)

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