Domingo de Adviento, domingo de la Alegría
Meditación
El papa Francisco nos sorprende constantemente con su testimonio y enseñanzas, como sucedió con la exhortación “Evangelii Gaudium” (La alegría del Evangelio), referencia oportuna para este tiempo de Adviento, y de manera especial para este Domingo de la Alegría.
Aún tengo en mis oídos la memoria del eco de los cánticos que entonamos por las calles de Jerusalén, al alba, durante el Via Crucis. Como parábola y deseo, los peregrinos cantábamos: “¡Qué alegría cuando me dijeron: ‘Vamos a la casa del Señor’!”
Estad alegres
Hoy es el profeta quien invita a la ciudad santa a alegrarse: «Regocíjate, hija de Sión, grita de júbilo, Israel; alégrate y gózate de todo corazón, Jerusalén». «El Señor, tu Dios, en medio de ti, es un guerrero que salva. Él se goza y se complace en ti, te ama y se alegra con júbilo como en día de fiesta».
La razón de la alegría a la que nos invita la Liturgia no es otra que la certeza de la proximidad del Señor. Pero no como si hiciéramos representación, poniéndonos en el supuesto de que va a llegar el Señor a visitarnos, sino porque está en medio de nosotros. “Gritad jubilosos: «Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel.»
La razón de la alegría es la proximidad de la Navidad -“Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito, estad alegres. El Señor está cerca”-, pero sobre todo el sabernos habitados por la presencia divina. Él nos habita.
Esta verdad nos debería hacer a todos los humanos mucho más respetuosos. Juan Bautista nos aconseja: -«No hagáis extorsión ni os aprovechéis de nadie, sino contentaos con la paga.» Y el Papa Francisco, al inicio de su exhortación, nos invita: “En esta Exhortación quiero dirigirme a los fieles cristianos, para invitarlos a una nueva etapa evangelizadora marcada por esa alegría”, que no es otra que Jesucristo: “Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría” (EG 1).
Alegría y misericordia
Hoy, en las Iglesias particulares, se abre la puerta de la misericordia, motivo de alegría, de reconciliación, de paz, de convivencia, de novedad de vida, de agradecimiento, de encuentro más vivo con la persona de Jesucristo, pues Él es la Puerta, y de reconciliación con los hermanos y con toda la creación.
El motivo de la alegría es la celebración del amor de Dios, quien “en la «plenitud del tiempo» (Gal 4,4), cuando todo estaba dispuesto según su plan de salvación, envió a su Hijo, nacido de la Virgen María, para revelarnos de manera definitiva su amor. Quien lo ve a Él, ve al Padre (cfr Jn 14,9). Jesús de Nazaret, con su palabra, con sus gestos y con toda su persona revela la misericordia de Dios”.
Buenafuente es “Templo Jubilar”. ¡Feliz Año de la Misericordia!
Agradecemos esta aportación a Don Ángel Moreno de Buenafuente (consulta aquí su página web)
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