Un examen de conciencia profundo

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El mero conocimiento de los actos no me llevará nunca al conocimiento cabal de mi alma; jamás por ellos solos llegaré a hacer un verdadero examen de “conciencia”, en el sentido profundo de esta palabra. Su conocimiento puede servirme, es verdad, y es a veces hasta necesario; pero es preciso penetrar más hondo. La conciencia es lo que hay de más íntimo y más secreto en mí; es el santuario del templo. Si verdaderamente quiero hacer el examen de mi conciencia es necesario penetrar en este secreto interior, es preciso visitar este santuario. Y lo que mora en este santuario son los hábitos, las disposiciones del alma: cuando yo los conozca conoceré el estado de mi alma, de otra manera no. Aquí es donde es necesario que lleve las investigaciones de su examen todo aquel que quiera adelantar en la vida espiritual. (José Tissot, La vida interior)