Toda alma debe aspirar al martirio

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Toda alma debe aspirar al martirio, debe tener la Cruz como el centro de su vida y la meta de sus aspiraciones. Lo que al Padre complace plenamente es la Cruz, lo que anhela mirar en cada alma es su Hijo crucificado. ¡Cómo se complacía antes del sacrificio de Jesús en «aquella Hostia inmaculada que en todos los lugares se le inmola y ofrecer! Y ¡cómo se complace en estas hostias íntimas que sin cesar le ofrecen las almas limpias y amantes! (El Espíritu Santo)