¡Qué esperanza tan segura la que tiene por prenda de posesión del mismo Bien que se espera gozar plenamente! ¡Qué dicha llevar en el alma el germen de la gloria, la sustancia del cielo! Nuestra vida Espiritual es verdaderamente la vida eterna. Por eso Jesús nos dijo: “Quien cree en mí tiene la vida eterna”. No dice tendrá, sino “tiene” porque en el fondo la vida de la gracia y la vida de la gloria son la misma vida sobrenatural; en germen, por la gracia; en plenitud, por, la gloria. Por eso también la Santa Iglesia nos enseña que al morir, nuestra vida Espiritual no se pierde sino que se transforma: «Tuis enim fidelibus vita mutatur, non tollitur». (El Espíritu Santo)