Sólo Dios puede dar la gracia de creer

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creed que es tanta la alteza de la fe cristiana, que aunque un hombre tuviese estos y otros motivos que se pueden decir, aunque entrase entre ellos el ver con sus propios ojos de carne milagros hechos en confirmación de la fe, no puede el tal hombre ser poderoso de creer con sus propias fuerzas, como el cristiano cree y Dios le manda creer. Porque así como sólo Dios por su Iglesia declara lo que se ha de creer, así Él sólo puede dar fuerzas para lo creer. Porque esta enseñanza a Dios tiene por Maestro interior, infundiendo la fe en el entendimiento, con que el nombre es enseñado y fortificado para esta creencia, según dice Cristo (Jn., 6, 45), que está escrito en los Profetas (lsai., 54, 13), que todos serán enseñados de Dios. Y el mismo Señor, Habiéndole San Pedro confesado por verdadero Hijo de Dios y por Mesías prometido en la Ley, dándole a entender, que no a sus fuerzas, sino al don de Dios había de agradecer la tal fe y confesión, le dijo (Mt., 16, 17): bienaventurado eres, Simón, hijo de Joná, porque no te descubrió acuestas cosas la carne y la sangre, mas mi Padre que está en los cielos. Y en otra parte dice (Jn., 6, 45): Todo aquel que oyó y aprendió de mi Padre, viene a Mí. Soberana escuela es acuesta, donde Dios Padre es el que enseña, y la doctrina que enseña es la fe de Jesucristo su Hijo, y que vayan a Él con pasos de fe y de amor. (Juan De Ávila, Audi filia)