Dios se ha hermanado con el hombre

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No sólo resplandece en las obras de la humanidad y humildad de Dios por excelente modo su honra, mas también resulta de ellas muy gran provecho y precio del hombre. Porque ninguna cosa hay que tanto le ensalce, como haberse Dios hermanado con él; ni cosa que tanto le esfuerce el corazón contra los desmayos que el pecado le causa, como ver que Dios murió por su remedio y le fue dado por suyo. Ni hay cosa que así le mueva a amar a Dios, como verse amado de Él hasta la muerte; ni a despreciar las prosperidades, ni a sufrir las adversidades, ni a humillarse a Dios y a su prójimo, ni a cosa buena, chica ni grande, como ver a Dios abajado y humanado, y que pasó Él por estas cosas, dándole mandamientos que siga, y ejemplos que mire, y esfuerzo con que los cumpla. (Juan De Ávila, Audi filia)