Las palabras de Jesús Tengo sed, que están escritas en la pared de todas nuestras capillas, no son antiguas, sino que están vivas, aquí y ahora; están dichas para vosotras. Es el mismo Jesús el único que os puede decir: ¡Tengo sed! Escuchad vuestro nombre propio. Y no tan sólo una vez. Cada día. Si lo escucháis con el corazón, oiréis y comprenderéis.
Tengo sed. Ésta es una palabra mucho más profunda que si Jesús os hubiera dicho simplemente «Os amo». Mientras no sepáis, y de manera muy íntima, que Jesús tiene sed de vosotras, os será imposible saber qué es lo que él quiere ser para vosotras; ni tampoco qué es lo que quiere que seáis para él. El corazón y el alma de las Misioneras de la Caridad consiste solamente en esto: la sed del corazón de Jesús escondida en los pobres.
Saciar la sed de Jesús viviente entre nosotras es nuestra única razón de ser y nuestro único objetivo.