Si no tengo caridad

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Ya en otra epístola habla a sus discípulos de las mismas realidades, revelándoles el tesoro del Espíritu, y exhortándolos a participar de él: Aspiren a los mejores dones. Pero quiero mostrarles un camino mejor. Si yo hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo caridad, soy como un bronce que suena o un címbalo que retiñe. Y si tuviera el don de profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, y tuviera una fe que trasladara montañas, si no tengo caridad, no soy nada. Y si repartiera todos mis bienes y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo caridad, para nada me aprovecha (1 Co 13, 1-3).