Relativizar el sacrificio

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Lo esencial no es, pues, ni privarme ni no privarme; lo esencial no está ahí, está más arriba: está en enderezar mis intenciones de tal suerte que vayan todas a Dios y a su gloria en primer lugar; he aquí lo esencial, he aquí el fin. Para esto no retrocedo ante ningún sacrificio necesario o útil; pero si el sacrificio no me conduce a ese fin, ni siquiera pienso en él. De las satisfacciones lícitas disfruto libre y sencillamente bajo el beneplácito de Dios. Me preocupo, pues, más de enderezar mis intenciones que de privarme de unas u otras cosas: saber usar de todas las cosas es más perfecto que privarse de muchas, y con frecuencia hay más virtud y más provecho en utilizar y santificar un placer que en suprimirlo. (José Tissot, La vida interior)