Providencia de Dios

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Miraré siempre la obra de mi salvación y del establecimiento y gobierno de nuestra Sociedad como la obra de Dios; por cuyo motivo le dejaré el cuidado de todo ello, para no hacer nada sino por orden suya. Por tanto, le consultaré mucho, sobre todo cuando tenga que hacer, ya para lo uno, ya para lo otro; y le diré a menudo estas palabras del profeta Habacuc: Domine, opus tuum; Señor, cumplir vuestra obra.
He de considerarme a menudo como instrumento que para nada sirve sino cuando está en manos del artífice; así, pues, debo esperar las órdenes de la Providencia de Dios para obrar, y sin embargo, no dejarlas pasar cuando son manifiestas.