Prestar sin esperar nada a cambio

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No siempre es posible en el Carmelo practicar al pie de la letra las enseñanzas del Evangelio. A veces una se ve obligada, en razón de su oficio, a negarse a hacer un favor. Pero cuando la caridad ha echado hondas raíces en el alma, se manifiesta al exterior. Hay una forma tan elegante de negar lo que no se puede dar, que la negativa agrada tanto como el mismo don. Es cierto que cuesta menos pedir un favor a una hermana que está siempre dispuesta a complacernos. Pero Jesús dijo: «Al que te pide prestado, no lo rehuyas». Así pues, no debemos huir de las hermanas que tienen la costumbre de estar siempre pidiendo favores, con el pretexto de que tendremos que negárselos. Ni debemos tampoco ser serviciales por parecerlo, o con la esperanza de que en otra ocasión la hermana a la que ahora ayudamos nos devolverá el favor, pues Nuestro Señor nos dice también: «Y si prestáis a aquellos de los esperáis recibir, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestar a otros pecadores con intención de cobrárselo. No, vosotros prestad sin esperar nada, y tendréis un gran premio».

Historia de un alma