Así, pues, entrégate a la tarea de la contemplación con sincera generosidad. Golpea sobre esta alta nube del no-saber y desecha el pensamiento del descanso. Pues te digo con franqueza que todo aquel que desea ser contemplativo experimentara el dolor de la ardua tarea (a menos que Dios intervenga con una gracia especial); sentirá agudamente el precio del constante esfuerzo hasta que se haya ido acostumbrando a esta obra durante largo tiempo. Pero, dime, ¿por que habría de ser tan difícil? Sin duda, el amor ferviente despertándose de continuo en la voluntad no es doloroso. No, pues es la acción de Dios, el fruto de su poder omnipotente. Dios, además, ansía siempre trabajar en el corazón de quien ha hecho todo lo posible para preparar el camino a su gracia. Entonces, ¿por que es esta obra tan fatigosa? El trabajo, por supuesto, consiste en la incesante lucha para desterrar los innumerables pensamientos que distraen e importunan nuestra mente y tenerlos a raya bajo la nube del olvido, de que he hablado anteriormente. Este es el sufrimiento. Toda la lucha nace del lado del hombre, del esfuerzo que ha de hacer para prepararse a la acción de Dios, acción que consiste en suscitar el amor y que solo Él puede llevar a cabo. Pero tú persevera, haciendo tu parte, y yo te prometo que Dios no te fallara. (La Nube del No Saber – Anónimo ingles del siglo XIV)