Actitudes ante la contemplación

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Aunque la vida activa y contemplativa son dos formas de vida dentro de la santa Iglesia, sin embargo, dentro de ellas tomadas en conjunto, hay tres partes, tres grados ascendentes. Ya hemos hablado de ellos, pero los resumiré aquí brevemente. El primer grado o escalón es la buena y recta vida cristiana en la que el amor es predominantemente activo en las obras corporales de misericordia. En el segundo, una persona comienza a meditar en las verdades espirituales relativas a sus propios pecados, a la Pasión de Cristo y a los goces de la eternidad. La primera forma de vida es buena, pero la segunda es mejor, pues aquí comienzan a converger la vida activa y la contemplativa. Se mezclan en una especie de parentesco, llegando a ser hermanas, como Marta y María. Tanto es así que una persona activa no puede progresar en la contemplación, excepto en intervenciones ocasionales de una gracia especial. Y un contemplativo puede volver a medio camino – pero no más lejos- para emprender alguna actividad. No lo debería hacer, sin embargo, a no ser en raras ocasiones y por exigencia de una gran necesidad. En el tercer grado o escalón una persona entra en la oscura nube del no- saber donde en secreto y sola centra todo su amor en Dios. El primer grado es bueno; el segundo, mejor, pero el tercero es el mejor. Esta es la mejor parte correspondiente a María. Ahora resulta claro porque nuestro Señor no dijo a Marta: «María ha elegido la vida mejor». Sólo hay dos modos de vida y, como dije, cuando una elección es sólo entre dos, una no puede llamarse la mejor. Pero nuestro Señor dice: «María ha elegido la mejor parte, que no le será quitada». Las partes primera y segunda son buenas y santas pero desaparecerán con el paso de esta vida mortal. Pues en la eternidad no habrá necesidad de obras de misericordia como la hay ahora. La gente no tendría hambre ni sed, ni morirá de frío o de enfermedad, sin hogar o cautiva. Nadie necesitara una sepultura cristiana, pues no morirá nadie. En el cielo ya no habrá que lamentarse por nuestros pecados o por la Pasión de Cristo. Por eso, si la gracia te llama a elegir la tercera parte, elígela con María. O, más bien, déjame que te muestre el camino. Si Dios te llama a la tercera parte, trata de alcanzarla; trabaja por conseguirla con todo tu corazón. Nunca se te quitará, pues no tendrá fin. Aunque comienza en la tierra, es eterna. (La Nube del No Saber – Anónimo ingles del siglo XIV)