De las regiones de la idea y de los principios hemos descendido al fango de las emociones y de los sentidos. En la vida pública lo mismo que en la vida privada, en la vida intelectual como en la vida moral y hasta en la misma vida espiritual se buscan con demasiada frecuencia las emociones y se vive muy fácilmente por los sentidos. La vida tiende a animalizarse y a no ser más que una serie continua de sensaciones. Los caminos profundos del espíritu y del corazón son cada vez más ignorados; el romanticismo va penetrando en todas partes, hasta en la piedad. (José Tissot, La vida interior)