«Padeció bajo Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado».
Así como es necesario al cristiano creer en la Encarnación del Hijo de Dios, también lo es creer en su Pasión y Muerte; pues, como dice Gregorio, «de nada nos hubiera servido su nacimiento, si no nos hubiera redimido». Esto, que Cristo muriera por nosotros, es tan incomprensible, que apenas puede darle alcance nuestro entendimiento, es decir, que no le da alcance en modo alguno. Lo dice el Apóstol: «Estoy realizando una obra en vuestros días, una obra que no la creeréis si alguien os la cuenta» (Act 13,41), y Habacuc: «Obra fue hecha en vuestros días que nadie la creerá cuando sea contada» (1,5). Tan espléndida gracia de Dios y su amor a nosotros, que hizo El más por nosotros de lo que podemos comprender.
Exposición del símbolo de los apóstoles. Capítulo 4