¡Oh Maestro mío! Concededme esta gracia de saber esperar, comprender y seguir vuestro movimiento, de saber permanecer en Vos a fin de obrar por Vos y con Vos; dadme la sinceridad y la flexibilidad necesarias para corresponder a vuestra acción; dadme el descanso de la confianza, a fin de que tenga la seguridad del trabajo; dadme que viva de Vos, para Vos y en Vos; dadme que evite los dos grandes escollos, que son, agitarme fuera de Vos y pretender descanso lejos de Vos. ¡Oh, no! Dios mío, no quiera yo ni la agitación del orgullo presuntuoso ni el descanso de la pereza indolente, sino la sincera y viva correspondencia de mi acción a vuestra acción: alejad de mí los sobresaltos inconstantes del naturalista y la indolencia negligente del quietista, y dadme la viva unión del verdadero cristiano. (José Tissot, La vida interior)