Oh benevolísimo y misericordísimo Corazón de Jesús,
estampa en nuestros corazones
una imagen perfecta de tu gran misericordia, para que podamos cumplir
el mandamiento que nos diste:
«Serás misericordioso
como lo es tu Padre «.
Madre de la misericordia,
vela sobre tanta desgracia, tantos pobres,
tantos cautivos, tantos prisioneros,
tantos hombres y mujeres que sufren persecución en manos de sus hermanos y hermanas,
tanta gente indefensa,
tantas almas afligidas, tantos corazones inquietos,
Madre de la misericordia,
abre los ojos de tu clemencia
y contempla nuestra desolación.
Abre los oídos de tu bondad
y oye nuestra súplica.
Amorosísima y poderosísima abogada, demuéstranos que eres en verdad
la Madre de la Misericordia.