Oración ante el combate

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Cuando te hallares combatida por tus enemigos, orarás así: Ayudadme presto, Dios mío, para que no me rinda a mis enemigos. O de este modo: Dios mío, refugio mío, fortaleza mía, pues veis mi fragilidad y flaqueza, socorredme prontamente para que no caiga. Si continuare la batalla, prosigue orando de la misma forma, resistiendo siempre animosamente al enemigo, que te hace la guerra. Después que se hubiere pasado lo fuerte del combate, vuélvete al Señor, y pidiéndole que considere de una parte las fuerzas de tu enemigo, y de otra, tu suma flaqueza, le dirás: Veis aquí, Señor, a vuestra criatura: veis aquí la obra de vuestras manos: veis aquí el alma que Vos habéis redimido con vuestra preciosa sangre; mirad cómo vuestro enemigo os la procura robar para perderle. A Vos, Dios mío, recurro; en Vos solo pongo mi confianza; porque Vos solo sois infinitamente bueno, e infinitamente poderoso. Vos conocéis mi debilidad y la prontitud con que caerá en manos de mis enemigos sin el socorro de vuestra gracia. Ayudadme, pues, oh dulce esperanza mía, única fortaleza de mi alma.(El Combate Espiritual, Lorenzo Scupoli)