¿Cómo habrá Dios de dejar sin recompensa cumplida trabajo tan arduo? Así como en las regiones cálidas se cubren rápidamente los Campos de opulenta vegetación: surgen por dondequiera los tallos, crecen y se entrelazan las ramas, un aroma de vida embalsama la atmósfera y las flores efímeras lánguidamente se deshojan para que se dilaten los frutos; así en el huerto secreto del alma se difunde la vida; las obras santas se multiplican con divina rapidez». Los perfumes de todas las virtudes armoniosamente se funden, como en un campo de azucenas brilla la nítida blancura de la pureza y en el silencio de la vida brotan los frutos del Espíritu bajo las flores efímeras de los santos consuelos. Venga a su huerto el Amado, puede exclamar el alma saciada de justicia; han desaparecido las flores, los frutos ya cuelgan de las ramas fatigadas y todos los perfumes esparcidos por el viento suave convidan a las dulces intimidades del amor. El alma está saciada, porque todo en ella es armonía y paz; poco a poco el ruido de la acción va haciéndose más suave; un silencio celestial, anuncio de una vida mejor, va invadiendo dulcemente al alma: la hora de la contemplación se acerca: la ha preparado la acción. (El Espíritu Santo)