«María, por su parte, guardaba todas estos recuerdos y los meditaba en su corazón» (Lc 2,19)
Jesús crece en María y es parte de ella y el corazón de Jesús está íntimamente unido al corazón de María. También María vive en Jesús que es su todo y el corazón de María está íntimamente unido al corazón de Jesús que le insufla la vida. Así que Jesús y María son uno, viviendo en la tierra. El corazón del uno no vive ni respira más que por el del otro.
Estos dos corazones, tan cercanos y tan divinos, viviendo una única vida tan alta ¿qué no harán el uno para el otro, el uno en el otro? Únicamente el amor lo puede imaginar y sólo el amor divino y celestial. Únicamente el amor de Jesús lo puede comprender… ¡Oh corazón de Jesús viviendo en María y por María, oh corazón de María viviendo en Jesús y para Jesús, oh unión deliciosa de estos dos corazones!
El corazón de la Virgen es el primer altar sobre el que Jesús ha ofrecido su corazón, su cuerpo, su espíritu en hostia agradable de alabanza perpetua, y donde Jesús ofrece el primer sacrificio y la primera y eterna oblación de si mismo.