Las virtudes, como, los Dones, son preciosas semillas que necesitan cultivarse; nuestro trabajo, nuestro esfuerzo de cristianos consiste en ir cultivando con exquisito cuidado esos gérmenes preciosos que Dios ha puesto en nuestra alma. Y así como las plantas tienen su estación, hay algunas que brotan cuando viene la primavera cargada de perfumes, hay otras que vienen en el cálido estío y otras que brotan en medio de la opulencia del otoño; así también cada uno de los Dones del Espíritu Santo tiene, por decirlo así, la época propicia en la vida Espiritual, donde encuentra su pleno desarrollo. Pero todos los Dones los tenemos siempre, y nuestro deber es desarrollarlos constantemente en nuestra alma. (El Espíritu Santo)