Cuando Dios llega a ser lo único necesario para mí, entonces es también mi único señor. Sé que cuando me hago esclavo de alguno para obedecer a su imperio, quedo esclavo de aquel a quien obedezco, sea del pecado para recibir la muerte, sea de la obediencia para recibir la justicia. Ahora me emancipo de toda servidumbre y me hago esclavo de Dios solo. Nada me importan las criaturas; nada me importan la felicidad o el sufrimiento, el descanso o los tormentos, la abundancia o la privación, el honor o el desprecio, la salud o la enfermedad, la vida o la muerte. ¿Qué me importa? Nada de esto es mi fin necesario; soy libre de todo esto, estoy por encima de todo. (José Tissot, La vida interior)