La influencia benéfica y utilísima sobre su prójimo de quien observa el silencio, no sólo se manifiesta por la comunicación de sus instructivas observaciones sobre la vida interior, sino que el propio ejemplo de su vida retirada beneficia al laico atento, llevándole al conocimiento de sí mismo y despertando en él el sentimiento de reverencia. El hombre que vive en el mundo, oyendo del piadoso solitario, o pasando por la puerta de su eremitorio, siente un impulso hacia la vida espiritual, le viene al recuerdo lo que el hombre puede ser sobre la tierra, que le es posible volver a ese primitivo estado contemplativo en el que salió de las manos de su Creador. El solitario silencioso enseña por su mismo silencio, y por su misma vida beneficia, edifica y persuade de la búsqueda de Dios.(Relatos de un Peregrino Ruso)