La humildad distingue la moneda auténtica de la falsa

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Entre las cosas que habéis de mirar que se obran en vuestra ánima, la principal sea si os dejan más humillada que antes. Porque la humildad, como dice un Doctor, pone tal peso en la moneda espiritual, que suficientemente la distingue de la falsa y liviana moneda. Porque según dice San Gregorio: «Evidentísima señal de los escogidos es la humildad, y de los reprobados es la soberbia.» Mirad, pues, qué rastro queda en vuestra ánima de la visión o consolación, o espiritual sentimiento; y si os veis quedar más humilde y avergonzada de vuestras faltas, y con mayor reverencia y temblor de la infinita grandeza de Dios, y no tenéis deseos livianos de comunicar con otras personas aquello que os ha acaecido, ni tampoco os ocupáis mucho en mirarlo o hacer caso de ello, mas echáislo en olvido, como cosa que puede traer alguna estima de vos; y si alguna vez os viene a la memoria, humilláisos, y maravilláisos de la gran misericordia de Dios, que a cosas tan viles hace tantas mercedes; y sentís vuestro corazón tan sosegado, y más, en el propio conocimiento, como antes que aquello os viniese estábades; alguna señal tiene de ser Dios, pues es conforme a la enseñanza y verdad cristiana, que es que el hombre se abaje y desprecie en sus propios ojos; y de los bienes que de Dios recibe, se conozca por más obligado y avergonzado, atribuyendo toda la gloria a Aquel de cuya mano viene todo lo bueno. Y con esto concuerda San Gregorio, diciendo: «El ánima que es llena del divino entendimiento, tiene sus evidentísimas señales, conviene a saber, verdad y humildad.» Las cuales entrambas, si perfectamente en un ánima se juntaren, es cosa notoria que dan testimonio de la presencia del Espíritu Santo. (Juan De Ávila, Audi filia)