¡Oh! ¡Sacerdotes de Dios, mirad, oíd!… Aquí está el secreto de vuestra fuerza, el tesoro de vuestro poder… ¡Ah! ¡Si supierais!… Permaneced, pues, unidos, unificados en Dios, y nada os resistirá. Porque todo lo que nace de Dios triunfa del mundo, y la victoria que triunfa del mundo es nuestra fe. ¡Oh! ¡Sacerdotes, si quisierais!… La fe, la vista fija en Dios, y siempre su gloria… ¡y seréis invencibles!… Contra una sola alma unificada en Dios el mundo entero no puede nada, ella sola es más fuerte que el mundo; contra ella todos los poderes son impotentes, todas las fuerzas son débiles. Aprended dónde esta la prudencia, dónde está la fortaleza, dónde está la inteligencia, para que así sepáis también dónde está la estabilidad de la vida, el sustento del alma y la luz de sus ojos, la victoria y la paz. ¡Oh! ¡Sacerdotes, si supierais! ¡Si quisierais!… La fe, la vista fija en Dios, la unidad… y la victoria es vuestra. (José Tissot, La vida interior)