La acción de Dios es verdadera y eterna

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La acción de Dios es siempre verdadera, completamente verdadera, adecuadamente verdadera, porque es totalmente conforme a las ideas de Dios, que son la verdad. Siendo siempre conforme a esas ideas, es siempre justa y adecuada, concuerda en todos los puntos con todas las necesidades de mi alma, como también con todas las condiciones exteriores. En la acción de Dios no hay nada que repugne, nada de vacilante, nada incompleto, nada de incierto, nada de irresoluciones ni de incoherencias ni de contradicciones, todo se encadena y enlaza, todo se sigue y se sostiene. Además, las ideas de Dios son eternas, y todo lo que es conforme a ellas participa de esa su eternidad; La acción de Dios es, pues, eterna; lo que Él hace no hay que rehacerlo ni retocarlo, permanece por toda la eternidad. (José Tissot, La vida interior)