Jesús perpetuó su sacrificio en la Eucaristía y en las almas

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Jesús perpetuó de dos maneras su sacrificio en la tierra; en la Eucaristía y en las almas. Por eso el centro del culto católico que en la Iglesia es la devoción de Jesús al Padre en el Espíritu Santo—, es la Misa; y el centro de la vida cristiana— que es esa misma devoción en las almas, es la participación mística del sacrificio de Jesús en cada alma— me atreveré a decirlo— la misa íntima y Espiritual que cada alma debe celebrar en su interior, como partícipe del «sacerdocio regio” de que nos habla el Apóstol San Pedro. (El Espíritu Santo)