Inmolado llegó a ser intrumento de salvación eterna

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Si se entregó fue verdaderamente porque quiso (Is 53,7). En esta entrega voluntaria y llena de amor de todo su ser sobre la Cruz, por esa muerte del Hombre-Dios, por esta inmolación de una víctima inmaculada que se ofrece en aras del amor con una libertad soberana, dase a la justicia divina una satisfacción infinita (Santo Tomás, 3 Sent. Dis. 21, q.2, a.1, ad 3). Cristo nos adquiere un mérito inagotable, y devuelve al mismo tiempo la vida eterna al género humano. «E inmolado, llegó a ser instrumento de salvación eterna para todos aquellos que se le someten» (Heb 5,9).