El Espíritu Santo y el Bautismo

1756

Fuimos consagrados templos del Espíritu Santo en el día de nuestro bautismo. La primera ceremonia prescrita en el ritual para la administración de tan santo sacramento lo enseña ya: el ministro sopla tres veces en el rostro de quien va a ser bautizado y dice: «Sal de él, inmundo espíritu, y cede el puesto al Espíritu Santo». Y haciendo la señal de la cruz tanto en la frente como en el pecho: «Sé fiel a los preceptos celestiales y que sean tales tus costumbres que puedas ya ser templo de Dios». Después, en otro exorcismo, se ordena al demonio que se aparte ele aquella criatura de Dios a quien el Señor se dignó llamar para que se haga templo de Dios vivo y el Espíritu Santo habite en ella. Antes de derramar el agua regeneradora se arranca al catecúmeno del imperio del demonio y se le hace renunciar a las obras y a las pompas de Satanás, y cuanto ha ratificado su voluntad de consagrarse a Dios, se le bautiza y el Espíritu Santo toma posesión de su templo. (El Espíritu Santo)