Esperanza y fe en Dios ante la muerte

1913

Veo que la consideración predominante se hace sumamente personal: yo, ¿quién soy? ¿qué queda de mí? ¿a dónde voy? -Y por eso sumamente moral: ¿qué debo hacer? ¿cuáles son mis responsabilidades?; y veo también que respecto a la vida presente es vano tener esperanzas; respecto a ella se tienen deberes y expectativas funcionales y momentáneas; las esperanzas son para el más allá.
Y veo que esta consideración suprema no puede desarrollarse en un monólogo subjetivo, en el acostumbrado drama humano que, al aumentar la luz, hace crecer la oscuridad del destino humano; debe desarrollarse en diálogo con la Realidad divina, de donde vengo y a donde ciertamente voy; conforme a la lámpara que Cristo nos pone en la mano para el gran paso. Creo, Señor.