Pasamos ahora a la diferencia entre la obra contemplativa y sus falsificaciones tales como los ensueños, las fantasías o los razonamientos sutiles. Estos se originan en un espíritu presuntuoso, curioso o romántico, mientras que el puro impulso de amor nace de un corazón sincero y humilde. El orgullo, la curiosidad y las fantasías o ensueños han de ser controlados con firmeza si es que la obra contemplativa se ha de alumbrar auténticamente en la intimidad del corazón. Probablemente, algunos dirían sobre esta obra y supondrían que pueden llevarla a efecto mediante ingeniosos esfuerzos. Probablemente forzarán su mente e imaginación de un modo no natural y solo para producir un falso trabajo que no es ni humano ni divino. La verdad es que esta persona esta peligrosamente engañada. Y temo que, a no ser que Dios intervenga con un milagro que la lleve a abandonar tales prácticas y a buscar humildemente una orientación segura, caerá en aberraciones mentales o en cualquier otro mal espiritual del demonio engañador. Corre, pues, el riesgo de perder cuerpo y alma para siempre. Por amor de Dios, pon todo tu empeñó en esta obra y no fuerces nunca tu mente ni imaginación, ya que por este camino no llegaras a ninguna parte. Deja estas facultades en paz. (La Nube del No Saber – Anonimo ingles del siglo XIV)