Aquí está, como ya nos lo ha dicho [S. Francisco de Sales], el triunfo del amor. Un autor ya citado se preguntaba: ¿Hay alguna receta para recobrar el tiempo transcurrido? ¿Sería esto tanto como pretender encadenar el viento de las tempestades? Y él mismo se contesta: A Dios gracias, esa receta existe; el amor la ha inventado, el amor la ha revelado. Este secreto son las santas lágrimas, pero no las de los ojos, ya que éstas no las concede Dios a todos ni las exige a nadie, sino las lágrimas del alma, el arrepentimiento, el dolor del corazón, la contrición. Regad con ese llanto el espacio de vuestra vida que ha sido estéril, porque no quisisteis que el amor lo iluminase; y el amor vendrá llevado por esas aguas. ¿Quién sabe si delante de Dios esos años llorados no llegarán a ser más hermosos, más fecundos y más preciosos por la penitencia, que lo hubiesen sido por la inocencia? Podría ser que no tuviéseis que lamentaros de haber pecado como Magdalena, si lloráis como lloró Magdalena. (José Tissot, El arte de aprovechar nuestras faltas)