Las penas interiores como las tinieblas del espíritu o la insensibilidad del corazón a veces son involuntarias, pero en otras, provienen del agotamiento físico, la tibieza de la voluntad y el hábito del pecado.
Las penas interiores como las tinieblas del espíritu o la insensibilidad del corazón a veces son involuntarias, pero en otras, provienen del agotamiento físico, la tibieza de la voluntad y el hábito del pecado.