El bautismo, novedad de vida

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El bautismo hace que tomemos parte en esta novedad absoluta que Cristo inició en la historia del hombre a través de su resurrección. Esta «vida nueva» (cf. Rom 6,4) es nuestra liberación de la herencia del pecado y de su «esclavitud», y es nuestra verdadera santificación. Este es el descubrimiento de nuestra llamada a la unión con Dios y a la vida en él con Cristo. Esta novedad contiene el inicio de todas las vocaciones humanas. A fin de cuentas, toda vocación -sacerdotal, religiosa, matrimonial- tiende a la plena realización del sacramento del santo bautismo. El proceso de morir con Cristo, iniciado por el bautismo, nos hace partícipes de los frutos de su resurrección, a semejanza del grano de trigo que cae en tierra y muere, para fructificar con una nueva vida. Por medio del bautismo se realiza la consagración fundamental: la ofrenda de la persona a Dios, como su propiedad. Esta consagración fundamental puede irse actualizando por las gracias de la redención de Cristo y al mismo tiempo, posibilita nuestra respuesta a esas gracias. (Tadeuz Dajczer, Meditaciones sobre la fe).