Entonces vuelve el alma a considerar este aspecto de Dios-hombre, es decir, la presencia de su muerte y de todos sus dolores. El alma se transfigura en sufrimiento considerando el dolor inmenso del amado en abandono; cómo se había transformado en amor considerando aquel Amor. Viendo, pues, el alma aquel aspecto amargo, se transforma toda entera en sufrimiento, sin el menor alivio de consuelo se convierte en dolor.